Maldito Alzheimer

El último aliento de vida que le queda a un enfermo de alzheimer es angustioso; una agonía contínua por no saber que le está sucediento y, también, para la familia que vemos como, poco a poco, nuestro ser querido se va consumiendo y su luz se va apagando por segundos.

Este sentimiento de impotencia y de luto en vida, durante muchos meses, e incluso años, hacen que el día final sea, en realidad, una tansición al descanso eterno, a un descanso sin dolor, por fin en paz para el enfermo que deja de sufrir.

Pues estar postrado en una cama no es vivir, amén si está entubado por todas partes y con el cuerpo llagado de estar tanto tiempo en cama. Mi referente, con quién he peleado mucho (cosas de la adolescencia), mi luz, mi todo, quén lo dió todo por mi se está apagando, mi gran abuela.

Desde la habitación del hospital se ve un cielo azul claro, ha amanecido una mañana soleada con viento, donde contemplo las nubes pasar con su color blanco brillante haciendo formas, a veces, un tanto extrañas. El médico no da buenas noticias pero ella lucha y yo no pierdo la esperanza. El fin de semana es trágico, nos dicen la cruda realidad, la situación es extrema, pero la gran fortaleza de esta mujer hace que, al menos, por esta vez salga de la situación de peligro y se recupere.

Por que ella está luchando a sus 86 años por sobrevivir a la infección que la había llevado al ingreso, y lo consigue. Esto me da una lección: si quieres se puede.

Aprendí a volar

 

Abuelos

 

 

 

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